Ciudad de Dios: De la violencia al arte

Bajo el sol de Río de Janeiro se desarrolla una historia que, basada en hechos reales traspasa la realidad de Brasil y alcanza una realidad mucho más amplia, la latinoamericana. “Ciudad de Dios” (2002) es una película con contenido social, bien ejecutada a nivel técnico, y con un guión, fotografía, arte, dirección y montaje sobresalientes, por lo que se convierte en la primera sugerencia de Cinema24.

El guión, la historia. Proveniente de una adaptación de un libro del mismo nombre, el guión de “Ciudad de Dios” no es convencional. La realidad que presenta, ya es de por sí cruda e interesante, sin embargo, no hay conformismo y la historia es presentada de manera creativa y diferente. Los hechos son narrados, en primera persona y de forma no lineal, por Buscapé (Cohete) quien cuenta su vida y la de otros habitantes de la favela, presentando con capítulos o apartados, las historias paralelas que se superponen, para finalmente converger en un final esperado pero igualmente impactante.

La historia narra los eventos que se suceden desde el surgimiento de “Ciudad de Dios” en los años sesenta, cuando un trío de maleantes con carácter de principiantes son considerados los más peligrosos de la favela; pasando por los setenta, donde la generación de relevo de estos delincuentes es encabezada por Zé Pequeño quien se adueña de toda una sección de la barriada; hasta llegar a los ochenta, cuando una guerra se desata entre la banda de Zé Pequeño y Zanahoria (el dueño de la otra sección de la favela) por un conflicto personal entre Zé y Manuel “el mujeriego”.

En este sentido, se aprecia uno de los mayores logros de la película y es que, toma una realidad local, como es la violencia desbordada en las favelas de Brasil, y la hace universal. “Ciudad de Dios” se desarrolla en Río de Janeiro sí, pero puede trasladarse perfectamente a la realidad que se vive en cualquier ciudad de América Latina y aún más, a cualquier ciudad donde existan suburbios en los que el crimen y la rivalidad entre pandillas estén a la orden del día.

Los personajes, los actores. Esta crónica incluye una gran variedad de personajes de todas las índoles posibles bajo las circunstancias que viven. Los principales son: Cohete, el narrador, quien desde pequeño tiene aspiraciones pero no puede escapar a su realidad; Daditos, quien se convierte en Zé Pequeño, el antihéroe, asesino y narcotraficante, autoproclamado dueño y señor de “Ciudad de Dios” y, Manuel “el mujeriego”, quien es presentado como el héroe pero víctima de la coyuntura que le toca vivir termina convirtiéndose en lo que en principio odia. A ellos, se unen personajes como: Bené, Tiago, Negrito, Zanahoria y “los enanos”.

Una cosa es innegable y es que cada personaje tiene su carácter y una participación justificada en la historia. Por si fuera poco, los actores encarnan a los personajes de la forma más convincente posible, y es que para darle aún más credibilidad a la obra, muchos de los intérpretes seleccionados vivieron realmente en Ciudad de Dios y en otras favelas.

Dirección, arte, fotografía y montaje. Fernando Meirelles, conocido también por obras posteriores como “The Constant Gardener” (2005) y “Blindness” (2008), saltó al ojo público con la realización de este film, y como no hacerlo, cuando el trabajo realizado es intachable. Con la composición de los planos, los movimientos de cámara, la dirección actoral, así como la integración perfecta de los diferentes departamentos de producción, Meirelles demostró que era capaz de hacer no sólo una película, sino una película de alta factura como es “Ciudad de Dios”.

Por otra parte, cabe destacar que Mereilles no actuó solo, los departamentos de arte y fotografía realizaron un excelente trabajo de ambientación donde el contraste fue la regla. En “Ciudad de Dios” la luz y la sombra se mezclan con los colores llenando la imagen de la película de una calidez que la identifica.

Por último, pero no menos importante para el resultado final de esta pieza, hay que hacer una mención especial al montaje, cuya característica principal es el ritmo acelerado de imágenes de alto impacto fundidas con música acorde a dicha cadencia. Además, de recursos como la cámara rápida o cámara lenta para aderezar el recorrido de los personajes a lo largo de esta andanza.

Por todo lo dicho anteriormente, salta a la vista que “Ciudad de Dios” fue una película realizada cuidando hasta los más mínimos detalles en todas las áreas, por lo que se trata de una pieza en la que el fondo y la forma se mimetizan para crear una digna representación del séptimo arte que nadie debe dejar de ver.

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